Y aquí estamos.

No importan las previsiones, los pronósticos, los pálpitos o los posos en tazas de té. Las noticias, malas o buenas, llegan a nosotros con los primeros rayos de sol o con los últimos del día. Cualquier momento es bueno aunque sea inadecuado. Así apareciste tú. En un día cualquiera, en aquella reunión. Y de nada valieron las predicciones y las expectivas. Yo no contaba con conocerte, tú no esperabas encontrarme.

Apareciste inesperadamente como las gotas que repiquetean en el exterior.

Y ahora… llueve.