El asesino del calendario chino

Había un calendario colgado en la pared, propio de los restaurantes chinos que los ofrecen a los clientes a modo de cortesía por el nuevo año. La escena mostraba a una mujer joven con alguna suerte de instrumento tradicional de ese país, al igual que su vestimenta. En la parte baja, estaban ubicados los meses. Si te acercas mucho, puedes notar su aroma a guardado y una serie de puntos colocados sobre los días, sin orden lógico.

Se abre la puerta y entra un hombre de edad incierta, pues su cuerpo es ágil pero sus ojos mostraban una historia tan antigua como el origen del tiempo. Dejó una bolsa de viaje, oscura, anodina pero práctica, encima de una mesa larga de madera situada en el centro de la habitación. Parecía haber servido al oficio de carpintero tiempo atrás, con mucho espacio para apoyar listones, lijarlos y cortarlos. Como todas las veces, sacó una especie de mantel negro de un armario cercano y lo extendió sobre ella. Con mimo, comenzó a abrir los distintos bolsillos y extrajo toda una serie de armas blancas y de fuego. Prestando atención a cada detalle, limpió cada una de ellas y las colocó en perfecta simetría sobre el mantel.

Una vez finalizado su ritual, caminó hasta el baño anejo a esa habitación y se aseó. Ahora todo estaba limpio y pulcro. Se acercó nuevamente al calendario y comprobó la siguiente fecha señalada: 3 de junio de 2017. Ahora todo estaba preparado para el siguiente encargo. Se asomó al exterior. La niebla espesa, el aire húmedo y el ambiente acuoso. Esa noche debería cometer un crimen.