Artificio

Ese día me vestí con la ropa que tenía pensada ponerme desde una semana atrás, por lo menos. Mis botas de corte militar. Mis pantalones nuevos. Una de mis camisetas favoritas. Mi chaqueta de cuero. Todo negro.

Llegué al aeropuerto con tiempo de sobra, porque hoy ni el transporte ni yo misma podíamos ser motivo de tardanza. Me senté en unos de los bancos cercanos a las puertas de salida de los pasajeros que arribaban a la isla. Y esperé. Presa de los nervios, comía unas nuevas, al menos para mí que solo había disfrutado de las variedades que se comercializaban por estos lares, galletas Oreo de red velvet. Una frivolidad como otra cualquiera, pero me ayudaba a sobrellevar la impaciencia. A mi lado, tenía en una caja todo lo que me faltaba por darte; y algunas palabras que pude haberte dicho mejor.

Pasaron las horas.

Te vi aparecer al fin. Eras todo lo que esperaba y al mismo una persona completamente distinta. Te di la caja. Y te abrace durante una eternidad limitada. Respiré tu aroma. Nos despedimos y volviste a coger otro avión, lejos de aquí. Era momento para cada una de seguir nuestros caminos hacia destinos misteriosos. Antes dije que vestía toda de negro. Pareciera que fuera a un entierro, de luto. Igual no era tan desacertada la idea.

Claro que todo esto no deja de ser artificio; como el sabor de estas galletas.

La imposibilidad de estar

Mil veces quise desdoblarme, clonarme, romperme en mil pedazos y varios más. Y poder volver a ser yo, solo una. Recomponerme tras visitar mil sitios y otros pocos más, vivir todas las experiencias y luego todo al mismo tiempo; cuando volviese a estar completa. Quizás hubiera sido cuestión de organización y memoria. No tiengo ninguna de las dos cosas entre las partes del todo.

Perdona por no estar ahí.